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Palos y Sonidos
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BULERÍAS. f. pl. [De bullería, y este de bulla, griterío y Jaleo, o de burlería, burla.] Cante con copla por lo general de tres o cuatro versos octosílabos, que con frecuencia interviene como remate de otros cantes, principalmente de la solea. Es cante bullicioso, generalmente para bailar, cuyo origen data de finales del siglo XIX. Se distingue por su ritmo rápido y redoblado compás, que admite. mejor que ningún otro estilo, gritos de alegría y expresivas voces de jaleo, además del redoble de las de las palmas con mayor intensidad que ningún otro cante. Asimila cualquier tipo melódico, y por el sentido o impulso de la improvisación flamenca, alcanza su máximo radio expresivo. //2. Baile flamenco por antonomasia que se caracteriza por el predominio de movimientos convulsivos y de torsión, realizados con gracia y donaire. Admite todas las improvisaciones que sea capaz de ejecutar el interprete y en él caben todos los giros y mudanzas que se deseen si se sabe seguir el compás. Sobre este singular estilo, siempre en ebullición y evolución, sobre todo en los últimos tiempos, recogemos una serie de glosas, análisis y opiniones de distintos investigadores y estudiosos del arte flamenco: José Blas Vega: «La bulería es hija de la soleá. Y etimológicamente es una deformación gitana del vocablo castellano burlería. Si nos atenemos a los temas intranscendentales de sus letras es uno de los cantes mejor denominados. Históricamente, las bulerías no aparecen hasta mediados del siglo pasado, siendo creación de los habitantes de las calles Nueva y Cantarería del jerezano barrio santiaguero. quienes, tomando la medida de la solea y aligerando sus compases, configuraron un estilo rebosante de gracia y picaresca, repleto de movimiento, tal vez por una necesidad innata de acompañar a sus bailes mas intuitivos. Su punto de arranque fue el estribillo con que se acostumbra a rematar la soleá y, más concretamente, según la tradición, el que Mateo El Loco empicaba para ello». José Manuel Caballero Bonald: «Las bulerías, directas herederas de la solea, son un cante creado fundamentalmente para acompañar al baile. La gama de estilos de las bulerías es prácticamente incontrolable, aunque se pueden establecer dos principales vertientes distintivas: bulerías propiamente festeras o para bailar, y bulerías al golpe o para cantar, cuya modalidad mas definida es la que suele llamarse —con razón— bulerías por solea. El primer conjunto es particularmente fértil y movedizo, admitiendo una serie de improvisaciones y apropiaciones temáticas de las más exóticas procedencias. E! segundo, como su nombre indica, deriva claramente de la solea y su misma condición de cante sin baile le concede ya una indiscutible jerarquía dentro de las nobles derivaciones de los cantes primitivos». Pedro Camacho: «Rítmicamente, la bulería es un cante bolero, cuyo origen casi seguro sea el jaleo o canción jaleada propia para la danza eufórica y festera. En este sentido es una bolería. Cuando la ocurrencia gitana incorpora a la danza tradicional coplas de solea o soleariya. y acomoda arbitrariamente sus melodías, y alarga o acorta sus tiempos. y altera sus acentos, y juguetea con el ritmo, nace la bulería gitana, a la que sigue llamándose jaleo, jaleíllo o jaleo por bulerías. Hay otro tipo de bulerías que no tienen como base el ritmo bolero. Son las llamadas bulerías al golpe o soleares por bulerías». Manuel Ríos Ruiz: «La bulería, ironía y sátira del gitano hecha gracia, es una soleá ligera, a veces ligerísima. y lo mas jaleado y mímico del flamenco, sobre todo desde el ángulo del baile. Algo extraordinario y asombroso, creación de los flamencos de Jerez y de una espontaneidad suma. La bulería es un cante bullicioso, generalmente para bailar, con ritmo ligero y redoblado compás, que admite mejor que ningún otro estilo gritos de alegría y expresivas voces de jaleo, además del redoble de las palmas, más intenso que en ningún otro cante. Las bulerías tienen la misma forma literaria de las soleares, pero en cualquier métrica entran a compás, sólo basta que el cantaor sea bueno y sepa cuadrar los tercios». José Carlos de Luna: «Las bulerías, cante con picardía de tangos y humos de soleares, que recuerdan al ya desaparecido jaleo. Admiten en su seno y meten en su son todos los cantares, por regionales que sean o por ultrapirenáicos que parezcan, asemejan un formidable embudo de enorme campana, que recibe todas las dádivas musicales que quieran arrojar a su voracidad, y que las deja ir, hiladas y luminosas, acompasadas y borrachas de alegría. La pajolera gracia gitana las rocía de sal y pimienta y les acomoda sus jipíos y floreos con la peculiar e innata maestría característica de los cantes de esta raza. Las más absurdas estrofas, las musiquillas mas aisladas de las posibilidades flamencas, se ciñen al ritmo y al son, por las buenas o por las malas, que de todo hay». Ricardo Molina: «Baile gitano cien por cien es el de bulerías. El cante se caracteriza por la desaparición del ritmo interno o estructural a causa de la rapidez del tempoí) y su rigor, que sólo dejan al cantaor la posibilidad de desarrollar una curva melódica, cuya caída parece orientarse a un blanco preciso... El principal rasgo de las bulerías es su virtud proteica que le permite asimilar una muchedumbre infinita de otros cantes y transformarlos en su propia sustancia». Fernando Quiñones: «Cante provinente de las soleares, como ellas se interpreta en tres tiempos, si bien mas vivamente (incluso hay unas bulerías a golpe o bulerías por soleares, con mucho más de soleares que de bulerías). Pudieran proceder también y en parte de los antiguos juguetillos, y suelen estar absurdamente consideradas como una especie de pacotilla flamenca, buena para armar ruido y pasar el rato. Pero hay mucho más. El de bulerías se trata de un cante meritísimo». Anselmo González Climent: «Es cosa definitiva: para llegar al hondón buleril hay que recorrer un camino harto complicado. Quizá sea el único cante que necesita para su entera comprensión un tránsito completo a !o largo del resto del repertorio flamenco. Se llega a las bulerías con exquisitez terminal, como resultante de un proceso decantador y enciclopédico. Quien haya herido su sensibilidad con las honduras del martinete, las siguiriyas y las soleares, quien haya podido salir airoso del bosque fandangueril, quien tenga noción exacta de las expresiones levantinas, quien posea la virtud de recibir el ángel de los cantes gaditanos, ese estará en situación propicia para la aprehensión cabal del cante por bulerías. Las bulerías son un máximo crescendo de depuración y capacidad receptiva. Es el cante que, con trampas de facilidad, resulta ser uno de los mas difíciles... Las bulerías son una especie de órgano regulador de las características más sobresalientes y flamencas de los cantes grandes, intermedios y chicos. Así se explica que no es fácil definir sus peculiares y múltiples matices, las bulerías dan el alma esencial a la fiesta flamenca, porque entran en las mejores complicaciones del ritmo de la gracia, y porque le dan al cante, al baile y al jaleo su máxima carga de ángel. No es, en suma, un cante superfino ni a la mano de todos>>. Tomás Andrade de Silva: «La bulería fiel a la matriz originaria, fue en sus principios casi lenta y muy acompasada, y su único destino era el baile. Después, los cantaores han ido ampliando la importancia de su voz y aligerando su ritmo, hasta hacer de ella un cante individualizado, tan difícil como una soleá auténtica>>. José Luis Ortiz Nuevo: <>.
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