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Palos y Sonidos

MIRABRÁS. m. [Del estribillo con que suele terminar una de las letras más populares de este cante. El origen del vocablo es incierto, se ha interpretado como corrupción fonética de mira Blas o de mira y verás, sin que ninguno de ellos tenga fundamentos sólidos para su aceptación.] Cante con copla de cuatro versos muy irregulares, que el cantaor engarza con otras de las mismas características métricas. Es una cantiña gaditana con supuesto nacimiento en Sanlúcar de Barrameda, basándose en ciertos de sus intérpretes nacidos en esta localidad, entre ellos los miembros de la familia de los Bochque. Es cante propio para bailar, más artístico que profundo, que exige del cantaor grandes facultades para interpretarlo y que se acompaña con guitarra, que proporciona una música elegante, ágil y alegre. Sus letras suelen ser intrascendentes, con fragmentos que recuerdan pregones típicos de mercados y vendedores ambulantes, principalmente a modo de estribillo. // 2. Baile flamenco con ritmo igual al de Las alegrías, en el que predomina lo estático sobre lo violento, y se ejecuta en base a paseos, punteados y mudanzas, resultando sumamente agraciado y elegante. Acerca de los orígenes, etimología y evolución de este estilo transcribimos varias teorías, que aunque similares en su esencia, contienen matices diferentes: José Blas Vega: «Este cante en musical modo mayor lleva el mismo acompañamiento y ritmo que las alegrías. En su repertorio cancionístico aparecen partes de cantiñas y un pregón de frutas. La principal de sus letras: A mi no me importa I que un rey me culpe, si el pueblo es grande y me abona. I Voz del pueblo, voz del cielo, parece una adaptación de alguna canción liberal del Cádiz de las Cortes. El pregón, que se encuentra después de lo que es propiamente el mirabrás, incluido por Chacón y llamado por algunos La frutera y La verdulera, es una adaptación atribuida a Tío José El Granaíno de un pregón que aparece en El Tío Caniyitas, zarzuela del maestro Soriano Fuertes, que se estrenó en el Teatro San Fernando de Sevilla, el año 1849. La parte musical de la zarzuela estudiada por García Matos, difiere de la actual del mirabrás. Hay quien alude a que la música la puso El Granaíno de una cantiña llamada El Almorano. Lo que sí parece que no hay dudas es que el estribillo de El Almorano sirvió para dar nombre al mirabrás: ¿Ay, que mirabrá I y qué mirabrandito viene, mirabrandito va. Este estribillo de cantiña y dentro del epígrafe de alegrías está recogido por Demófilo a través de uno de los más conocidos cantaores del Café de Silverio (¿Romero El Tito?), y publicado en la revista El folklore andaluz núm. 8. Sevilla, octubre, 1892». Ricardo Molina y Antonio Mairena: «He aquí una cantiña. El profesor García Matos la califica de alegría. Nosotros preferimos para mayor claridad y distinción referirla al común género de las cantiñas. Es por eso un cante hermano de la alegría, de la romera, de los caracoles... También su nombre le viene del verso de un estribillo con que suele terminar la inicial y principal de sus letras. Se ha interpretado mirabrás como corrupción fonética de mirablás. Hay que reconocer el poco sentido que tiene la alusión a Blas en el conjunto de la copla. Con todo, es la única posible explicación que hasta ahora se ha dado de la etimología de este cante. El mirabrás debe ser adaptación flamenca de algunas canciones popularizadas en el Cádiz liberal de las primeras Cortes españolas, porque la letra característica inicial trasciende liberalismo y proclama una independencia bien marcada frente al rey. Lo que no conocemos es la canción inspiradora del mirabrás, caso de ocurrir los hechos como sospechamos, ni el momento exacto de su metamorfosis en cante flamenco... Algunos han llamado al mirabrás alegrías largas por su tendencia a los tercios subidos y grandilocuentes. Exige muchas facultades y el cantaor superdotado hace de él un cante sugestivo y brillante. Pero no es profundo. Es un cante artístico, que no trasmina aquellas radicales esencias humanas que saturan los grandes cantes gitanos: siguiriya, soleá, toná... La mayoría de los cantaores de alegrías de Cádiz cultivaron el mirabrás, que en el siglo pasado fue cante dependiente del baile. Seguramente el más acreditado maestro de este cante fue el polifacético don Antonio Chacón, cuyas facultades y orientaciones artísticas aveníanse perfectamente con él. Consérvase grabado en disco el mirabrás de Chacón. En esencia es el mismo que hoy se interpreta. Paco El Gandul, El Negro de Rota y El Tiznao sobresalieron también en la interpretación de esta brillantísima cantiña gaditana». José Carlos de Luna, en su libro De cante grande y cante chico, aparecido en 1926, hace la siguiente y deslavazada exaltación de su supuesto primer intérprete: «¡Señor José, El de Sanlúcar! Tu Mirabrá salía al encuentro de los... ¡Metiste en tango (?) la política de tu tiempo! ¡A la muerte de del general Torrijos creaste uno a la moda liberal, que bautizó tu pueblo con el nombre de caudillo! Después lo cantó Romero El Tito y, a última hora, a su son, en boca de La Juanaca sirvió de sudario a las regocijadas milicias nacionales!». Juan Rodríguez-Mateo, en su obra Feria de abril y otras narraciones populares, se ocupa del mirabrás, evocando una posible y lejanísima antigüedad y su vigencia y esplendor en los cafés cantantes: «El Mirabrá... ¿Cuándo y dónde brotó este cante? En las dos variantes que han llegado hasta nosotros se acusan una diversidad de giros, de insinuaciones, de matices, de quiebros, de contrastes, que inclinan a deducir que la canción, sabe Dios cuándo, se inició en un momento de exaltación de cualquier fiesta privada y circunstancialmente se le fueron engarzando ritmos y melodías ancestrales, latentes o al uso, que la inspiración y el buen gusto personales del cantaor supo armonizar deliciosamente, siempre en relación, candeciosa y vibrante, siempre sujeta al desenvuelto son del baile especial y característico que servía de eje, de fundamento y de justificación a este cante... En los entresijos del dilatado tiempo, probablemente, se fueron conservando, definiéndose, puntualizándose los principios fundamentales de este baile, hasta que se concretó, según acreditadas referencias, en los albores del pasado siglo XIX, cuyo advenimiento arrasó circunstancialmente y con titubeos imprecisos, la copla que sirviera de acompañamiento. El baile, ya en ese tiempo, era conocido con el nombre de mirabrá o mirabrás. Nombre deducido de una de sus fundamentales características que era el gracioso y expresivo movimiento de cabeza de la bailaora cuyos luminosos ojos seguían la ondulante evolución de los brazos... Este baile y el más expresivo y popular de su cante compañero, se mantuvieron en la plenitud del entusiasmo popular durante una veintena aproximada de años allá por los cercanos finales del pasado siglo. A este apogeo indiscutible contribuyeron fundamentalmente el prestigio del salón de espectáculo donde tuvo su sede y los artistas punteros que intervenían en su interpretación: El salón o café cantante fue el llamado Silverio; los artistas aquellos fueron Rosario La Mejorana, Miguel Cruz Macaca, y el maestro Pérez... Años más tarde —muchos años— tuve ocasión de gozar el espectáculo prodigioso de este baile en una fiesta privada donde se inició la maravilla de su arte personalísimo la después maestra de danzas y bailes andaluces Francisca González, La Quica, jaleada alternativamente por el cante de Fernando el de Triana y el eminente aficionado Manuel Colchero, los cuales eran los más intransigentes depositarios del cante que para este baile trenzara con tanto acierto Miguel Cruz». Además de los intérpretes citados a lo largo de las teorías seleccionadas sobre este estilo de cantiña, hay que citar entre los contemporáneos a Pericón de Cádiz, como de los más personales. (Véase Cantiña.)

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